sábado, 25 de octubre de 2014

LA POESÍA DE CARLOS ALBERTO ARTAYER



Giro a 180°

Y a qué viene esta forma de poema,
más inútil confesión
que ars dicendi,
cuando es norma del progreso de la especie
que la oda sea manera cotidiana,
la de pedir el diario a los vecinos
o enamorar a cualquier desprevenida.

Y justo ahora
-que la gran expectativa
tras el largo y minucioso laboreo
de palabras y sintaxis y licencias
desembocaba en el culmen de la lírica-,
se me ocurre conversar
línea tras línea,
en ilógica resultante del teorema
de la santa inspiración de los poetas.

Y por si fuera poca irreverencia,
sumo y divido
en crepúsculo y en ángel
la sabida ceremonia de estar vivo.


ACECHOS Y ASECHANZAS

Hay un sismo acechándome en tu pubis
y un aguijón de miel en tu saliva,
cela un fuego tu satinado cutis
y un mar de escalofríos tu rodilla.
Felino almíbar, bienamante púgil
que acomete con rosas instintivas;
tu piel retorna sabedora y núbil
para el asedio de la sangre viva,

y yo te espero con la red y el lazo,
o armo trampas sutiles de palabras
para encerrar tu femenil relámpago,
en un juego de acechos y asechanzas
en que el amor que caza es el cazado
y la ingle que busca, la encontrada.


ANTES, AHORA, SIEMPRE

Aquí detengo a solas mi vida
para oírte pulsar sobre mi pulso.
Y de pronto escucho cataclismos,
antiquísimos helechos verdecen
nuevamente y en aire petrificado
esta luz apoya gestos
para ser mi ademán ahora mismo.
Aquí desando mi porción de sueños
y en la mitad que soy caben los otros,
los que empezaron mi sangre alguna vez,
ensayando el futuro que hoy asumo
entre rostros en germen
y glorias demolidas por relojes perfectos.
Anudo mi cordón,
y en cada extremo el antes y el después
vuelan de mano en mano a edades sin ayer ni geografías.
Apronto aquí los labios venideros,
elaboro respuestas presentidas
y un devenir de calles,
de crepúsculos y angustias,
más cierta inconfesada esperanza
de estrenar al fin esa mañana
en que no sea menester matar un pájaro
para entender el mecanismo
de su libertad
y de su canto.


APROPIACIÓN DEL TIEMPO

Robo a tu reloj su inexorable fuga;
tus clepsidras, tus hieráticos nomones
caen devorados por la ardiente arruga
hasta el océano de los perfectos dones.

Te quiebro, tiempo; tus lágrimas enjuga.
Ahora cancelo tus graves erosiones
y transfiguro tu vértigo en oruga:
ya no puedes imponerme condiciones.

Un minuto es siempre, condensa el día
una eternidad y escucho el reclamo
de la piel que de amor se escalofría;

tiempo, inmóvil por fin tu pie de gamo,
te dejo en suspenso más allá del día
y la desnudo de urgencias y la amo


CONVICCIONES

Mientras tus manos exhalan
pequeñas golondrinas de alma
alrededor de mí,
comprendo que la vida
es una campana azul extravertida.
Ahora, apoyado en tu hombro
de cristal de tiempo
el mundo duerme confiado.
Y nada tiene ya un lugar inamovible:
abres los ojos
y provees de pájaros al cielo,
alineas los árboles, a los peces das su pan de océano
y a mí,
el gozo y el dolor correspondientes
aunque sea habitual
que la noche
reparta su sombra
entre los ciegos.

Carlos Alberto Artayer (1940). Poeta, escritor, ensayista y docente. Nació en La Banda, provincia de Santiago del Estero. Junto con Ricardo Dino Taralli fundaron la Asociación Artística y Literaria "María Adela Agudo". Integró la comisión directiva de filial santiagueña de la SADE. Ejerció la titularidad de la Dirección Municipal de Cultura de La Banda. Como docente ejerce la cátedra de Literatura Española en el IES N° 8 "Ángela de Reto". Su obra figura en diversas antologías regionales. Obtuvo varios premios, tanto en el orden nacional como en el provincial. Su poesía, de verso límpido, hondamente vivencial, posee fuertes raíces identitarias. Entre sus libros de poemas se citan: "Los que fundaron la especie", "Testimonio de humildad", "En cuatro palabras" y "Luz fabulada".

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