EXILIO
Exilio,
Es el dolor de sentir
Que se está lejos y
solo;
Sangrando las manos
De tanto acariciar quimeras
Estar prisionero
Sobre tanta tierra;
Mirar el cielo,
Y ver que no es
El mismo de nuestro
barrio
Esperar en vano
Aquel tren expreso,
y sabemos que nunca
llegará,
Y nos convencemos
entonces
Que estamos tan lejos
De la patria perdida.
Y tenemos miedo ya
De no ver nunca más
El vuelo de las
golondrinas
Los rosados
atardeceres,
O el rostro de
aquella mujer
Que tanto amamos.
No ver nuestro árbol
favorito
O la luz determinada,
del sol, y la tierra
lejana.
No volver a caminar,
por esas calles y
esas plazas.
Exilio:
Es la herida
imaginada
De los amantes
separados.
El dolor del tiempo
Y la distancia;
Entre la partida…
Y el regreso…
EXÉGESIS
quiero encontrar,
tras la mirada,
aunque los recuerdos
ya lejanos,
de algún mundo
imaginario,
nacidos de cristales
y de sueños.
Encontrar, los sueños
dorados,
Los árboles del
paraíso perdido,
El mundo mágico de
los niños,
Que los hombres
destrozaron…
Dejando detrás de
pequeñas alegrías,
Huellas hondas, de
grandes dolores,
Quizás, los dioses se
olvidaron,
De pintar los pájaros
de colores.
También, los dioses,
olvidaron,
Del perfume de las
flores,
Del hambre de los
niños pobres,
Y de darles a los
duendes un corazón.
Nadie sabe ya, si un
niño muere,
Y cuando una madre llora su muerte,
Bajo la luz de un
árbol rutilante,
Una estrella, apaga
su luz un instante.
Miro el cielo, y veo
gélida luna,
Y al mirarla siento,
la piel mojada,
No sé, si es el
rocío, o la bruma,
O era Dios, que por
mí lloraba.
IMÁGENES PERDIDAS
Un camino
De soles ausentes,
Sobre las piedras
gastadas,
Algunas flores
marchitas,
Deshojadas sobre el
alma.
Silencios de viejos
retratos,
Son los sueños que
mueren,
Y quedan anclados
En marginados continentes.
Vigilia de horas sin
luces,
Duendes que atrapan
Y devoran
La imagen buscada
Y vuelve la noche
torturante,
Y el miedo visceral
De no encontrarlas
Duelen…
Y aún así las busco,
Imágenes lejanas,
Perdidas,
Tras algún camino,
Retorno de madrugadas
Sobre las piedras
gastadas.
Imágenes perdidas
Quiero encontrarlas…
Miguel Ángel Lorenzo había nacido en Córdoba pero terminó su vida como un santiagueño más. En el verano del año 2005 la dama de negro se lo llevó a otras geografías. Para quienes lo conocimos y disfrutamos su amistad, Miguel, un hombre como cualquiera de nosotros, fue un referente indiscutido de la poesía de Fernández. Hoy, queremos rescatarlo del olvido injusto con estos poemas de su libro Nostalgias y recuerdos.
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