De COPAJIRA
(1949)
La
Veta
Aquí
arriba está la veta,
¿la ve señor ingeniero?
A esta hora siempre parece
una víbora durmiendo.
¿la ve señor ingeniero?
A esta hora siempre parece
una víbora durmiendo.
Así
como usted la ve
ella también lo está viendo.
Y aunque la destroce toda
de golpe en golpe el barreno,
mientras más se la desgaja
su cola sigue creciendo,
como que abajo ya está
viva en el nivel 300.
ella también lo está viendo.
Y aunque la destroce toda
de golpe en golpe el barreno,
mientras más se la desgaja
su cola sigue creciendo,
como que abajo ya está
viva en el nivel 300.
Aquí
arriba está la veta
arrime usted su mechero,
que por quererla matar
nos vamos quedando adentro.
arrime usted su mechero,
que por quererla matar
nos vamos quedando adentro.
Aquí arriba está la veta,
¿la ve señor ingeniero?
Sueño
Madre:
tu niño no sueña
porque ya es niño minero.
Téjele unos escarpines
con el hilo más risueño
para que si viene el frío
no se te haga más pequeño.
porque ya es niño minero.
Téjele unos escarpines
con el hilo más risueño
para que si viene el frío
no se te haga más pequeño.
Madre: tu niño ya es hombre
y no quiere que lo veles.
Tu niño juega una ronda
de plomo y andariveles.
Tu niño juega una ronda
de plomo y andariveles.
La Palliri
Qué trabajo más simple que tiene la palliri.
Sentada sobre el cáliz de su propia pollera,
elige con los ojos unos trozos de roca
que despedaza a golpes de martillo en la tierra.
elige con los ojos unos trozos de roca
que despedaza a golpes de martillo en la tierra.
(Un silencio nocturno le trepa por las trenzas
y oscurece la arcilla de sus manos morenas).
Qué inútil que sería decir que en sus miradas
hay un pozo de sombra y otro pozo de ausencia;
que pudo ser pastora de las nubes
y se quedó en minera,
que pudo hilar sus sueños por las cumbres
viendo bailar la rueca.
que pudo ser pastora de las nubes
y se quedó en minera,
que pudo hilar sus sueños por las cumbres
viendo bailar la rueca.
La palliri no canta
ni tampoco hila sueños.
La mirada en la tierra
y en la cabeza el cielo
de mañana y de tarde
busca sólo el silencio,
y cuando está a su lado
lo quiebra contra el suelo.
La mirada en la tierra
y en la cabeza el cielo
de mañana y de tarde
busca sólo el silencio,
y cuando está a su lado
lo quiebra contra el suelo.
Y no sabe que a ratos, entre sus brazos recios,
De CANTOS DEL GOZANTE (1972)
El Gozante
Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy
leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.
Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de
agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.
De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.
Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.
De POSESIÓN
ENTRE PÁJAROS (1966)
La casa
A María
Angélica de la Paz Lezcano
y a Juan Antonio Medel
Ese que va
por esa casa muerta
y que en la
noche por la galería
recuerda
aquella tarde en que llovía
mientras
empuja la pesada puerta,
ese que ve
por la ventana abierta
llegar en
gris como hace mucho el día
y que no ve
que su melancolía
hace la casa
mucho más desierta,
ese que
amanecido, con el vino,
se arrima
alucinado al mandarino
y con su
corazón lo va tanteando,
ese ya no es,
aunque parezca cierto,
es un Manuel
Castilla que se ha muerto
y en esa casa
está resucitando.
Manuel José
Castilla (Cerrillos, 1918 - Salta 1980) , nació en la casa
ferroviaria de la estación de Cerrillos . Su poesía celebratoria, identificada
con el hombre, su tierra natal y la naturaleza, alcanzó su punto más alto en Copajira (1949) donde tiene como
protagonistas a mineros de Bolivia. Fue uno de los fundadores del movimiento La Carpa que
aglutinó a grandes poetas del NOA como Raúl Galán, Julio Ardiles Gray y María Adela Agudo, entre otros en la década de 1940.
También fue periodista en los diarios El
intransigente y Salta, autor de letras de
canciones y recopilador de coplas folclóricas. La literatura de Castilla
tuvo una amplia influencia en toda la literatura del Noroeste argentino y del
interior en general, fue él el primero en introducir la poesía social en ese
ámbito.
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