Mi cuerpo
mi cuerpo es
tímido
cuando la luz del día
se acerca.
cuando la luz del día
se acerca.
presiona su
peso contra la balanza
de los últimos sueños,
se sujeta sobre los costados
de los últimos sueños,
se sujeta sobre los costados
obtusos de
la conciencia,
inventa una casa entre los tactos
de sus temblores tempranos.
inventa una casa entre los tactos
de sus temblores tempranos.
a veces no
sabemos
qué hacer
con el cuerpo,
con la ciudad de sus rincones
con la ciudad de sus rincones
extendidos.
tampoco a
dónde ir para hacer durar
el movimiento áspero
el movimiento áspero
que le
intuimos,
sobre su
espalda quieta
me pongo a
llorar y a reír y a temblar,
con el ceño lleno de caprichos.
con el ceño lleno de caprichos.
creemos que
moriremos juntos,
debajo del agua de las ocasiones,
debajo del agua de las ocasiones,
debajo de
una tabla de carne humana,
debajo de
las manos solas.
y mi cuerpo
calla, también,
y hablamos de su silencio, en silencio,
con las manos mudas de hacer nada.
y hablamos de su silencio, en silencio,
con las manos mudas de hacer nada.
Podría
Podría tomar tu mano y apretarla y sentirme a salvo debajo de mis
párpados de antagonías y deseo frágil de palabras de carne, de roce, de hambre.
Y podría recorrer con la lengua de este silencio los ojos de nuestras
distancias y traerte a mí con voces de amor y lucideces nocturnas. Podría pedir
una vez más, un beso más, un minuto más.
Más es la carta de la incompletud.
Pero no hay poder en las manos éstas para rezar ni para lamer
ni para desaparecer.
Renuncio a la exclusividad de tu mirada,
la abandono en las quermeses de sus egoísmos necesarios
como la ventana abierta en cada amanecer.
Yo podría ser un pájaro.
Pero soy un árbol con espaldas anchas.
Los días
hay días sin nombres.
esos también se festejan.
o se esconden, simples,
detrás de mi oreja,
o en la nariz solapada
de aire de nada de vacío.
de días que son con nosotros
a medias o totales, con tales.
así, posan, reposan, se andamian,
se estrujan, se completan, se amparan,
se anidan, se tejen,
se aclaran, se dejan.
los días
sin nombres propios
ni comunes de otros
los días
que somos
o que soy
o que somos
los días
con sus puertas metálicas
y los corredores oscuros
los días
árboles bajo la llovizna
sucia de las calles cálidas
los días
detrás de mi ventana o
sobre la terraza de una letra suerte
así con los días.
los festejo, aunque los días
sin nombre
sin hambre
sin altura
aún.
con los días.
hay días sin nombres.
esos también se festejan.
o se esconden, simples,
detrás de mi oreja,
o en la nariz solapada
de aire de nada de vacío.
de días que son con nosotros
a medias o totales, con tales.
así, posan, reposan, se andamian,
se estrujan, se completan, se amparan,
se anidan, se tejen,
se aclaran, se dejan.
los días
sin nombres propios
ni comunes de otros
los días
que somos
o que soy
o que somos
los días
con sus puertas metálicas
y los corredores oscuros
los días
árboles bajo la llovizna
sucia de las calles cálidas
los días
detrás de mi ventana o
sobre la terraza de una letra suerte
así con los días.
los festejo, aunque los días
sin nombre
sin hambre
sin altura
aún.
con los días.
Gravedad
debajo de
las hojas
que le
escribo a nadie,
encontrarte
como amparar.
la lengua me
pasa
por la
espalda y es
tu nombre
áspero.
tengo dos
centímetros
de amor para
darte y
también mi
silencio tuyo.
frisemos
nuestros bordes
con los
labios de hacer
palabras,
haciendo nada.
quedarse
quietos y húmedos
debajo de estos
muros.
porque el
cuerpo despide
olores
voces
y una
fricción
de abajo a
arriba
como el
texto,
el cuerpo.
y la
gravedad
en las manos
de
encontrarnos.
Ucrania queda lejos, también
Ucrania
queda lejos,
también
Bulgaria
y Eslovenia
el avión que
te tomaste,
queda lejos,
también las voces
guardadas en
el estómago
y el
murmullo de mi cabeza
y la fiebre
de ese día con el exceso
del gatorade
y de cura cada 8 horas ,
la memoria
del sonido de las cosas rotas,
los viajes a
chilecito y a rosario
y a los
poemas en la cama, quedan lejos
las tetas
sueltas sobre tu pecho,
tus manos
anchas sobre mi espalda,
y los bosques de enero, quedan lejos
los mayos
sin nosotros con skipe de por medio,
sueltos,
como algodones de azúcar
en la
laringe de las provincias distantes
tu sonrisa,
ajena a mi alegría,
mi alegría
sin nada de vos,
nuestras
tristezas secretas
quedan
lejos,
como
Ucrania,
como
Bulgaria
y el país de
Alicia, también,
en el seso
de la lengua, con sus árboles
perfumados
de espejos,
queda lejos,
como Eslovenia,
como yo, que
quedo lejos de vos,
donde nos
quedamos,
cuando cerca
tan lejos
nos quedamos
Fernanda Álvarez Chamale
nació en Salta el 10 de enero de 1980. Se desempeña como docente e
investigadora en la Universidad Nacional de Salta. Es Licenciada en Letras y Especialista
en Ciencias Sociales; en el ámbito académico sus temas de interés se vinculan
con la Lingüística y la Sociología de la Lectura y la Escritura. Se encuentra
en la última etapa del doctorado en Letras en la UNCórdoba. Realiza talleres
literarios para adultos mayores desde el año 2011 y, actualmente, un nuevo
proyecto denominado OllaBrava: Taller experimental de lectura y escritura
literaria. Publicó escasamente sus poemas, aunque participa alegre y asiduamente
en los encuentros de artistas, escritores y poetas amigos. Algunos de sus
poemas se encuentran en la Antología Eva
decidió seguir hablando, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2009 y en la
Antología Sumergible, Jujuy, 2013.
Escribe porque es un pulso vital dejarse afluir en la poesía; mejor, en los cuerpos poéticos: ese único
lugar –o casi único– donde el lenguaje acontece para quitarnos no se sabe qué
y, también, para darnos “algo”; ese algo.
gran poeta, hay peso específico e intensidad en tu poesía, me gusta realmente, saludos
ResponderEliminarGracias por tu comentario David. Le comentaremos por Internet a la autora. Saludos cordiales. (Antonio Cruz-Administrador).
EliminarMuchas gracias Antonio! recién me descubro aquí!
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