domingo, 4 de septiembre de 2011

ABUELO VASCO (Carlos Alberto Artayer)






Siempre te supe lejano, abuelo.
Pero adivino tu recia estampa labriega,
Tus celestes ojos y tu amaizado pelo.

Un día tu sesma te quedó pequeña;
juntaste unas cosas, vendiste los asnos
y con la sonrisa verde te viniste a América.

Y aquí te quemó otro sol, abuelo,
(vigorosa talla de vascuence erecto)
y otra sal distinta medró en la boca
de tus lujos y arraigó en tus huesos.

Siempre te supe lejano, abuelo,
cuando yo nací, tú ya estabas muerto.
Definitivamente lejos.

Pero adivino tus celestes ojos,
tu amaizado pelo y una manera rara
de darte sonriendo.

 

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