viernes, 24 de febrero de 2017

ALICIA LOZA (Córdoba)




El frío

Cruzo esta oscura noche
ardiendo de invierno.
Taladra mi alma
el chasquido de tu frío.

Arden los vinos de tus ojos,
tiemblan los huecos de tu piel.
Perro manso, quieto,
ensoñado e insomne.

Hoy, la vida me absuelve con panes y soles.
Y muero en el llanto,
cobarde:
No animarme siquiera
a probar del jarro de tu agua.

El frío
ha clavado esta noche su puñal más artero
en la esperanza de tu pecho
y te redime.

Cruza esta oscura noche de invierno
el infierno.
Corta, hiere y me condena
el filo
de este frío.


El Tigre y La Muerte

Retumbaron llamados de tambores desde el fondo del Oscuro.
Los últimos latidos del Tigre sangraban ecos temblando hondo los espíritus de la montaña.

Un relámpago agudo
 quebró de miedo la danza suave de las manos.
Una llamarada de luz,
Iluminó la  ronda ensoñada de néctar invisible que velaba
el círculo  espectrante.

Saltó intempestiva su belleza feroz
desgarrando el centro de las llamas.
Su mirada furiosa y sedienta
 clavaba de terror el  ardiente sacrificio.
Sus fauces escupían gemidos incendiados de lava.
Un aullido de otro tiempo estalló el fulgor del instante
y despedazó el dolor animal en mil paisajes brutales temblando de tormento.

Lo vieron  quemarse en el fuego, desgajarse astilla por astilla
sagrado de oros.
La infinita garganta del averno fue tragando sus restos con saliva de hiel.

Flautas ancestrales, olores dulces y antiguos lo acicalaron yermo.
Una brisa de cenizas fantasmales y un túnel de ojos lamentarios
 cortejaron la blanca estela tendida  para su viaje hacia el abismo final.
El pájaro de la noche, alado de duelo desplegaba ya sus cascabeles.

La Muerte, celebrando su regreso al hogar, se contorneaba  satisfecha
en un vals de risas y de hienas arpías.


Espejos

Me vi en los espejos de la casa.
Mil espejos que se mueven,
me rozan,
 y me tocan de a poquito.
Y soy frágil

Me susurran olores trasnochados,
y me cantan tenuidades.
Y soy más frágil.

Mil espejos me rodean,
suaves, ondulantes.

Ahora me miran casi urgentes.
Y necesito y quiero ser más frágil.

Mil espejos ya se quiebran
y me marcan
de sonidos lascerantes.

Me veo en los espejos de la casa.
Los quiero así:
locos,
                             exquisitos,
                                                                           interminables.


La noche

La noche me hunde
tibia, mansa , profunda.
Descanso,
 reparo mi alma de tanto sol.
Bebo los tragos que el día censura.      
 Veo en la oscuridad lo que el sol oculta
lo que el sol miente.
Los vestidos de los desnudos
 embellecen
Los corazones de los tristes
 consuelan.
Los colores de las almas
 brillan.
Los  inocentes
creen.
Tomo del  mismo jarro
y hermano los  cantares 

Desde  el fondo,
desde el negro
crecen flores
nacen  canciones
que la mañana apaga
con su brutal verdad.


La risa

Me despierto delgada y gris
y al  verme en el espejo intento  volver y quedarme así
tendida hacia ese sitio adonde no hay nada. Solo silencio. 
Sé que debo levantarme y abrir la puerta de mi armario.
Escucho colgados los trajes de mis risas.
Elijo uno verde esmeralda que cae en cataratas de aliento y de soles.
 Es el día de visitas.
 Me queda bien.
Mi rostro muestra colores de alegría.
Mi voz canta canciones y las risas me brotan armoniosas.
Vuelvo  tarde.
Me quito el traje y prolijamente lo acomodo de nuevo en mi armario.
Me miro en el espejo delgada y gris y me quedo tendida hacia ese sitio adonde no hay nada. 

Alicia Loza De Mendiolaza Provincia de Córdoba. Un lugar  que marcó su vida desde muy pequeña por la belleza, la tranquilidad y la sensibilidad inspiradora del paisaje. Escribidora de cuentos, poemas, canciones  y relatos desde hace muchos años.
Participa en diversos grupos y talleres literarios en Córdoba. Publica en grupos de poetas y de arte. (Latidos de Poetas y Todos por el arte) y en su Blog personal
Abogada (UNC) Mediadora .

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