Los jugadores se reunieron a dar la bienvenida.
Como de un lejano horizonte
se levanta la pelota del córner,
abriendo su vuelo de serpentina…
Se encoge la guardia de los jugadores
y ajusta el paredón del gol…
Entonces,
entre las frentes endurecidas,
una frente
aristada de voluntad,
en un salto más alto que ninguno,
quiebra como un florete
el acero flexible de la parábola del córner.
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