en horas cortadas
ojos escapan al mar
sangran celestes
el fatídico encuentro
y no caben en la lluvia
todas las astillas de la noche.
ella sabía del arco iris
le hablaba de los siete mares
él la invitaba a ver los trenes
le regalaba barriletes
ella sabía del sol y las manzanas
de los caminos que llevan a roma
él odiaba las jaulas
los árboles secos
la noche de sueños desnudos
los juntó
con gritos de diamantes
te vi en Ohio
mirando las tiendas de verdura
con ojos de canapé
taiwán quedaba tan lejos
por un segundo me detuve
mirando los dragoncitos rojos
sonaba penny lane
entre hamburguesas completas
sentía todo
nada entendía
camisas amarillas y un cigarro fuerte
se comían el tiempo en mis dedos
en tierra firme
luego del silencio
las tardes son labios cobardes
dentro de uno mismo
falso sueño derrotado
hay una mujer filosa
en cada madrugada
en cada jardín
un viento finito
cruza las calles vacías
trae historias
de luna y peces
de pan y luz
es una espiga sin compás
sin tiempo
sin
sombra
va por las rendijas del día
por las cúpulas y
tejados
de un
mundo que llora locura
un viento sin ataúd
sin
fusil
sin flores
afinen bien los oídos
por los ojos de la memoria
está llegando un vientito
Jorge E.
Figueroa (Santiago del Estero, 1956) es un poeta y
cantautor santiagueño que vive en Buenos Aires desde hace varios años.
Apasionado cultor de la poesía y la música es un viajero incansable pero, a
pesar de su exilio, sigue ligado a su tierra de manera permanente. Entre sus
libros podemos mencionar Ruidos
pasajeros (Buenos Aires,
2006) y Silencio abierto (Macedonia, 2008) Los textos que
integran esta nota fueron seleccionados de su libro Silencio abierto.
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