Ciclo
Todo
tu tiempo
es
este espacio de árboles
que
disuelve la lluvia.
Envejeces
con
la misma lentitud de la hormiga que devora una hoja
pero
envejeces.
La
memoria es esta vieja colmena abandonada,
detrás
de sus altos pastizales
has
perdido la huella de otros días.
Ya
no forcejeas con el sol.
Rehúyes
los espejos.
Tus
ojos son avispas luchando entre los escombros.
Las
palabras inválidas
se
mueren en tu boca.
Te
hurgas el corazón.
Es
una casa enmohecida de zaguanes clausurados,
ha
disuelto tantas sales siniestras del otoño,
tiene
una música tan áspera
como
los dientes del invierno.
Sin
embargo,
sigues
besando los pies del día.
Has
sobrevivido a tantos nombres
que
hoy distraes la memoria.
¿Pero
cuándo la palabra oscura,
la
inefable hoguera?
Teoría y
práctica
I
No
todo era así como pensábamos:
el
futuro entre fuegos de artificio
y
la luna al alcance de las manos.
Porque
no todo era así, fue necesario
ir
acomodando los pedazos:
el
corazón en su trinchera, los ojos fijos
en
la ruta fija,
los
dedos sin temor, siempre lavados,
y
el alma, si es que existe, en otra parte.
No
todo era así pero no es malo
vivir
lo que se vive sin recetas,
sin
nada ni nadie que nos diga
dónde
comienza la sed y dónde acaba.
II
¿Y
para qué sirve una poesía?
¿para
qué, si no acerca una luz al desconcierto,
una
mínima luz,
un
mínimo escalón donde pararnos
para
entender el mundo
y
ejercitar la cólera o el júbilo o el grito, en fin,
lo
que se pueda, amigos?
Ciertas
poesías no sirven para nada.
Ninguna
poesía sirve, en realidad.
Es
la vida la que sirve a la poesía,
a
esta esquiva diosa de lo ambiguo
y
a su enfermizo esplendor y a sus horrores.
Poema 9
En
esta casa fui feliz.
Eramos
cinco alrededor del fuego
donde
crepitaba la inocencia.
Las
ventanas se abrían a la tarde
y
un aroma dulzón buscaba el cielo.
Las
puertas tenían música, recuerdo.
Tenían
dulcísima música ovillada.
Si
alguien las abría
los
pájaros que dormían en sus vetas
despertaban
y
les crecían alas
y
picos
y
plumajes.
La
casa quedaba, entonces, suspendida
y
en una red de cantos, enjaulada.
Mientras dure la luz
Mientras dure la luz,
mientras mis ojos
celebren tu figura a mi costado
y mi cara salga a andar en los helechos
y se apiaden de mí todas las garzas,
diré que soy feliz,
que el mundo es esto:
una heredad con sol, un pan benigno,
un ramo de niños a la mesa.
Si supiera cantar, si mi voz diera
con el acento claro,
con el ritmo,
no escribiría más,
asolaría
la deliciosa flor de una guitarra;
porque el hombre que canta determina
un clima propio,
una estación andante,
una lluvia gozosa que nos llueve
donde él es una sola pulsación con su garganta.
Por eso agrego a este mundo mis palabras,
estas flores nocturnas,
estos vuelos,
este alunizaje solitario,
como una ofrenda a la luz que me convoca,
como una piedra común y taciturna
en la muralla cambiante del lenguaje.
mientras mis ojos
celebren tu figura a mi costado
y mi cara salga a andar en los helechos
y se apiaden de mí todas las garzas,
diré que soy feliz,
que el mundo es esto:
una heredad con sol, un pan benigno,
un ramo de niños a la mesa.
Si supiera cantar, si mi voz diera
con el acento claro,
con el ritmo,
no escribiría más,
asolaría
la deliciosa flor de una guitarra;
porque el hombre que canta determina
un clima propio,
una estación andante,
una lluvia gozosa que nos llueve
donde él es una sola pulsación con su garganta.
Por eso agrego a este mundo mis palabras,
estas flores nocturnas,
estos vuelos,
este alunizaje solitario,
como una ofrenda a la luz que me convoca,
como una piedra común y taciturna
en la muralla cambiante del lenguaje.
Los tres primeros poemas fueron extractados de la Antología
Poética Argentina (http://vapatomoi.blogspot.com.ar/2010/03/orlando-van-bredam-ciclo-todo-tu-tiempo.html) y el
último de Uruguay – Espacio Latino
Los datos biográficos se obtuvieron del siguiente sitio Web:
Orlando van Bredam (Villa San Marcial, Entre Ríos, 1952), es un escritor,
ensayista y docente argentino. Es licenciado en Gestión Educativa con un master
en Lengua y Literatura. Trabaja como profesor en las cátedras de Teoría
Literaria y Literatura Iberoamericana en la Facultad de humanidades de la
Universidad Nacional de Formosa, provincia donde reside en El Colorado.
Ha abordado el cuento, la poesía, la novela
breve, el ensayo y el teatro. Ha publicado, entre otras: La
estética de Armando Discépolo (ensayo,
l974), La hoguera Inefable (poemario,
l981), Los cielos diferentes (poesía,
Premio Fray Mocho l982), Asombros y condenas (poesía, Premio Fernández de Peirotén
l986), Fabulaciones (cuentos,
l989), Simulacros (Cuentos,
1991), La vida te cambia los planes (minificciones,
l994), Las armas que carga el diablo (minificciones,
l996), De mi legajo (poesía,
Primer premio nacional José Pedroni).
Obtuvo, con su novela Teoría
del desamparo (2007), el
premio Emecé, uno de los más antiguos que se otorgan en el país. Ha estrenado numerosas obras teatrales
en la región. Es un narrador que juega con la ironía y el humor y que, a través de su escritura, describe el mundo corrupto y desigual al que está sometido el ser humano. Sus personajes rozan lo verosímil y siempre consiguen atrapar al lector. Ha sido incluido por Mempo Giardinelli en dos antologías nacionales de cuentos. Algunos textos suyos han sido traducidos al portugués y al flamenco.
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