El frío
Cruzo
esta oscura noche
ardiendo
de invierno.
Taladra
mi alma
el
chasquido de tu frío.
Arden
los vinos de tus ojos,
tiemblan
los huecos de tu piel.
Perro
manso, quieto,
ensoñado
e insomne.
Hoy, la
vida me absuelve con panes y soles.
Y muero
en el llanto,
cobarde:
No
animarme siquiera
a
probar del jarro de tu agua.
El frío
ha
clavado esta noche su puñal más artero
en la
esperanza de tu pecho
y te
redime.
Cruza
esta oscura noche de invierno
el
infierno.
Corta,
hiere y me condena
el filo
de este
frío.
El Tigre y La Muerte
Retumbaron
llamados de tambores desde el fondo del Oscuro.
Los
últimos latidos del Tigre sangraban ecos temblando hondo los espíritus de la
montaña.
Un
relámpago agudo
quebró de miedo la danza suave de las manos.
Una
llamarada de luz,
Iluminó
la ronda ensoñada de néctar invisible
que velaba
el
círculo espectrante.
Saltó
intempestiva su belleza feroz
desgarrando
el centro de las llamas.
Su
mirada furiosa y sedienta
clavaba de terror el ardiente sacrificio.
Sus
fauces escupían gemidos incendiados de lava.
Un
aullido de otro tiempo estalló el fulgor del instante
y
despedazó el dolor animal en mil paisajes brutales temblando de tormento.
Lo
vieron quemarse en el fuego, desgajarse
astilla por astilla
sagrado
de oros.
La
infinita garganta del averno fue tragando sus restos con saliva de hiel.
Flautas
ancestrales, olores dulces y antiguos lo acicalaron yermo.
Una
brisa de cenizas fantasmales y un túnel de ojos lamentarios
cortejaron la blanca estela tendida para su viaje hacia el abismo final.
El
pájaro de la noche, alado de duelo desplegaba ya sus cascabeles.
La
Muerte, celebrando su regreso al hogar, se contorneaba satisfecha
en un
vals de risas y de hienas arpías.
Espejos
Me vi
en los espejos de la casa.
Mil
espejos que se mueven,
me
rozan,
y me tocan de a poquito.
Y soy
frágil
Me
susurran olores trasnochados,
y me
cantan tenuidades.
Y soy
más frágil.
Mil
espejos me rodean,
suaves,
ondulantes.
Ahora
me miran casi urgentes.
Y
necesito y quiero ser más frágil.
Mil
espejos ya se quiebran
y me
marcan
de
sonidos lascerantes.
Me veo
en los espejos de la casa.
Los
quiero así:
locos,
exquisitos,
interminables.
La noche
La
noche me hunde
tibia,
mansa , profunda.
Descanso,
reparo mi alma de tanto sol.
Bebo
los tragos que el día censura.
Veo en la oscuridad lo que el sol oculta
lo que
el sol miente.
Los
vestidos de los desnudos
embellecen
Los
corazones de los tristes
consuelan.
Los
colores de las almas
brillan.
Los inocentes
creen.
Tomo
del mismo jarro
y
hermano los cantares
Desde el fondo,
desde
el negro
crecen
flores
nacen canciones
que la
mañana apaga
con su
brutal verdad.
La risa
Me
despierto delgada y gris
y
al verme en el espejo intento volver y quedarme así
tendida
hacia ese sitio adonde no hay nada. Solo silencio.
Sé que
debo levantarme y abrir la puerta de mi armario.
Escucho
colgados los trajes de mis risas.
Elijo
uno verde esmeralda que cae en cataratas de aliento y de soles.
Es el día de visitas.
Me queda bien.
Mi
rostro muestra colores de alegría.
Mi voz
canta canciones y las risas me brotan armoniosas.
Vuelvo tarde.
Me
quito el traje y prolijamente lo acomodo de nuevo en mi armario.
Me miro
en el espejo delgada y gris y me quedo tendida hacia ese sitio adonde no hay
nada.
Alicia Loza De
Mendiolaza Provincia de Córdoba. Un lugar que marcó su vida desde muy pequeña por la
belleza, la tranquilidad y la sensibilidad inspiradora del paisaje. Escribidora
de cuentos, poemas, canciones y relatos
desde hace muchos años.
Participa en diversos
grupos y talleres literarios en Córdoba. Publica en grupos de poetas y de arte.
(Latidos de Poetas y Todos por el arte) y en su Blog personal
Abogada (UNC)
Mediadora .
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