ORACIÓN
Me despierto
y pido por el pan,
el nuestro
pan de cada día
sin las
santificaciones del Nombre,...
por la
miseria de los miserables,
por los
ausentes,
por mí, que
soy también mi hermano,
por el tiempo
de todos, casi muerto,
pero en el
límite me quedo,
en la
ansiedad como testigo.
Con la
palabra enferma
sólo puedo
asumir la mansedumbre
de los que
agitan al aire
abanicos de
manos
y ya no se
beben las lágrimas.
No puedo
volver a gritar
que se
detengan
porque cuando
golpeen a mi puerta
deberé abrir.
LUCIÉRNAGAS
Se deslizan
en las sombras
sin un
parpadeo.
Me concentro
en esa estela
luminosa
y vuelvo en
mí.
Cuando llega
la luz
sospecho que
me buscan
para
descubrir mis oscuridades.
VIEJOS DÍAS // DÍAS NUEVOS
Esta chica
tiene pájaros en la cabeza
decía mi
madre
y los hacía
responsables
de que cada
día
yo estuviera
más cerca de la luna.
Con ellos
viajé en palabras,
en actos,
en falsas
sumisiones
y en certeras
rebeldías
hasta que
mutaron
en estos
pájaros de fuego,
siempre al ras
de otros vuelos.
Y aquí estoy,
madre,
imaginando tu
sonrisa,
con mi
terrenal albedrío,
con mis
muchos soles,
con mis
tantas lunas.
REFERENCIAS PERSONALES
Viajo
entre mundos
dispersos
con pequeños
bienes:
un nombre
heredado,
una magia
elemental y simple,
esta voz
y demasiadas
formas de mirar.
Me seducen
las palabras
ajenas.
Nada saben de
mí
la torpe
vanidad
ni los
escapes.
En el sueño
de héroes o
mártires
no me
reconozco.
No siempre
la realidad
se impone.
OSCURIDADES
La noche
opaca las ventanas
pero ilumina
mi ojo
y otros ojos
lejanos.
Nos convocan
los mismos habitantes:
el perro
dormido bajo un árbol,
un gato sobre
un filo de tejas,
dos o tres
ratas que orillean los cordones,
un grillo
quién sabe dónde.
Todo se
sustenta
en esa
extraña certeza que diluye
el vuelo de
las sacrílegas
palomas sin
campanario
o la
temperatura
de un café
que espera.
Los límites
confunden
el aquí-allá,
el dentro-fuera
mientras una
mano y otra y otra
dibujan ondas
en los vidrios
de sus propias
aberturas
para seguir
adivinando,
con idénticos
giros,
en una
oscuridad
que nunca es
pretérita.
ESTE HOMBRE
Este hombre
ya no tiene
música en las piernas.
Tal vez la
tuvo
y sus acordes
quedaron
en los días
de euforia.
Tiene, sí,
memoria de
acequias y de arroyos,
de selvas, de
patios y de plazas.
Desde allí
renace
su niñez con
madre en la ventana,
con hermanos
por veredas
calcinadas de
eneros.
Ahora, el
bastón le devuelve la estatura,
un andar con
silencios en la espalda,
dolores que
no cuenta,
y enormes
cicatrices
ocultas en
una ironía
que él mismo
ignora
de dónde
viene.
Ya no sabe
de lluvias,de
soles o de nieblas
sino de un
gesto demorado y débil.
Yo lo miro
entre pausas
donde compruebo
que yo nunca
tuve música en las piernas.
Un día de
éstos
me quedará el
bastón y su armadura
para
enfrentar idénticos molinos.
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